Habría que insistir a los publicistas en que den menos preferencia a los instintos primarios del hombre y apunten más hacia aquello que lo ennoblece y hace crecer en humanidad.
Al ser la publicidad uno de los terrenos más creativos y originales de la actividad humana actual, debería orientar la creatividad en clave de belleza artística. Este puede ser un camino para abandonar el mal gusto y la vulgaridad. Los deseos a los que se apele, deben ser humanizantes y humanizadores, tales como el afán de conocer, de vivir en familia entre otros.
Es mucho lo que la publicidad empresarial puede influir a la difusión de desvalores. Con el objeto de vender más, utiliza modelos de vida que apelan a un placer pasajero. Se trata de aquellos anuncios publicitarios que incitan al logro del éxito profesional a cualquier precio, a la búsqueda de la admiración de otros, al logro de una vida cómoda y lujosa, etc. Así, con frecuencia se exalta el lujo y la comodidad como fines últimos de la vida o la atracción sexual como una aventura de fin de semana.
Los empresarios pretenden substraerse de la responsabilidad publicitaria diciendo que en los anuncios sólo reflejan lo que ocurre en la actualidad. Este razonamiento, significaría tratar con cierto desprecio el arte y la creatividad publicitaria que consisten en algo muy superior a una actividad de reflejo de algo que sucede.
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